La fractura por estrés se produce cuando un hueso es sometido a un sobreesfuerzo al realizar una actividad deportiva de alto rendimiento y de forma repetitiva.
Se puede producir en huesos con morfología normal sometidos a un exceso de trabajo muy prolongado o en huesos con una alteración en el desarrollo a nivel metabólico.
La fractura por estrés tibial se suele producir en adolescentes con edades entre los 10 y 14 años.
En un primer estadío aparece un dolor insidioso y localizado, normalmente suele ser en el tercio proximal de la tibia. El dolor suele remitir y aliviar con el reposo, permitiendo continuar con la actividad deportiva, sin embargo, la progresión del ejercicio y el aumento de la actividad causan aumento de dolor hasta que se desarrolla la fractura por el sobreesfuerzo.
Cuando se produce la fractura, el deportista suele referir un dolor sordo, sensible a la palpación, con sensación de adormecimiento y debilidad que puede incluso provocar cojera por la carga del propio peso corporal.
La fractura se suele producir a nivel del tercio medial de la tibia.
Datos científicos sugieren que las fracturas por sobrecarga en atletas cuyo sistemas esquelético todavía es inmaduro pueden conducir a un cuadro clínico que no siempre culmina con buenos resultados en el tratamiento.
En atletas adolescentes, deportes de resistencia parecen predisponer al desarrollo fracturas por estrés en la región de los huesos metatarsianos, mientras que los deportes que requieren paradas repentinas a alta velocidad parecen aumentar el riesgo de fracturas en la región de la diáfisis tibial.
Los deportes relacionados con la fractura por estrés tibial son los que se detallan en la tabla 1.
La prueba de elección para un correcto diagnóstico diferencial es la Resonancia Magnética.
Las consecuencias a posteriori de sufrir una fractura por estrés tibial a nivel del aparato locomotor suele ser una disimetría de miembros inferiores y alteraciones biomecánicas para compensar la lesión.
En estadíos primarios compensando las alteraciones funcionales y/o estructurales a nivel biomecánico con un tratamiento ortopodológico a medida ayudaría a evitar el desarrollo de la fractura por estrés.
En estadíos avanzados es necesario el reposo, cese de la actividad deportiva y disminución de la pierna de apoyo de 6 a 7 semanas.
En la muchos casos se desarrollan disimetrías (diferencia de longitud de los miembros inferiores) debido al sistema esquelético inmaduro, por lo que diagnosticar y tratar la lesión en estadíos tempranos es importante.
Realizar un estudio biomecánico exhaustivo es esencial para establecer las pautas del tratamiento.
Un análisis detallado en camilla, plataforma baropodométrica de presiones en estática y dinámica, evaluación de test biomecánicos específicos y evaluación del gesto deportivo mediante grabación con cámara de alta velocidad a 240 fps. es esencial para pautar el mejor tratamiento y poder continuar con la actividad deportiva cuanto antes y al rendimiento máximo.
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